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Desafíos, educación e infancia

Palabras de Bernardita Jensen, Directora de Escuela de Formación Montessori Pucalán

Parece que crecer hoy día es un desafío para la infancia, niñez y adolescencia. Más que en ningún otro momento, la salud mental, es decir la salud del mundo interior y emocional, está en jaque.


Está claro que el ritmo de la niñez, sus tiempos propios y necesarios para el buen desarrollo, están en pugna con el frenesí de la cultura adulta y los códigos que la rigen. Recordemos que el niño, niña, adolescente, se están construyendo así mismos y es el mundo adulto quien construye la sociedad. María Montessori enfatiza lo anterior.





Al parecer no nos hemos podido liberar de los preceptos de la revolución industrial, de mediados del siglo XIX, que apelan a la eficiencia y optimización de los recursos, en una lógica de industria que impone un ritmo homogéneo y productivo. Y podremos decir que para la industria son códigos probablemente necesarios y hasta aceptables, siempre y cuando queden en el mundo de la producción y no traspasen la sensible frontera del mundo humano, animal y de todos los seres sintientes. La vida, expresada en la infancia, tiene características propias, tan lejanas a la máquina y a la productividad regidas por la competencia y la uniformidad. Por otra parte, evidenciamos que la enfermedad de estos tiempos es la depresión, nada más ajeno al corazón de la infancia sana, donde la vida se manifiesta y en abundancia. Crecer hoy cuesta.


La educación Montessori, ya desde sus orígenes a inicios del siglo XX, propone un paradigma distinto, en coherencia con educadores y filósofos de la época. Y la mirada tiene que ver con una lógica radicalmente distinta de hacer escuela. Donde es el niño, niña o joven los reales protagonistas del proceso. En un ambiente preparado que pone al centro el logro de la independencia para trascender a la interdependencia, donde el conocimiento no se fragmenta y donde, el cuerpo, emoción, alma y mente, son ámbitos involucrados en las experiencias que se desarrollan en los salones.


En tiempos donde la ansiedad es un patrón de comportamiento, donde vale más reaccionar que responder, donde muchas veces el miedo se transforma en la emoción base dados los tiempos que vivimos, es necesario aún más que nunca enfatizar que la infancia tiene ritmos y códigos propios, que necesitamos como adultos parar, detenernos, no competir, observar y generar comunidades que dialoguen, comprometidos con la transformación personal. Es un tiempo que requiere de una sensibilidad profunda, de una atención plena y de una mirada espiritual.


31/03/2023



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